“No soy ni un brujo, ni un iluminado ni un curandero” declaró anoche para este diario el Pastor Evangélico Eugenio Jiménez, a cuya palabra se han congregado muchedumbres religiosas en el Nuevo Circo de Caracas por espacio de cuatro semanas.
Por desgracia, a veces se malinterpreta por las mentes malévolas la misión evangelizadora, en opinión del predicador, esto ha pasado, cuando se le han opuesto a su “campaña de fe” que él emprende con el apoyo de 17 Iglesias evangélicas de esta ciudad y del interior de la República.
– Qué dice Ud. de los que enjuician su campaña y la descalifican?.
– “Es natural la reacción, cuando se ignora. A un árbol que no da frutos, nadie le tira piedras. Un perro ladra a un automóvil, como ladra a la luna”. El ignora por qué caminan ambos, y esa ignorancia es lo que le hace ladrar.
– Luego agregó; Cristo dijo que él fue vituperado y sufrió, a nosotros, los que le seguimos, no nos puede esperar otra cosa. Y Ud., señor periodista, recordará que cuando Edison descubrió la luz, se le dijo loco.
Explicando el objetivo de su campaña, dijo que “hay cierta materialización y alejamiento de Dios en esta hora. La juventud se descarría, no porque ella deje de ser noble y generosa sino porque se le abandona.
ERA UN ENFERMO Y UN ANTIRRELIGIOSO: RECIBIO EL LLAMADO DE DIOS
– Cual es la base de su misión evangelizadora?.
– Mi misión se atribuye a un milagro que Dios obró en mi vida. Sufrí epilepsia y otras enfermedades desde mi nacimiento. Mi madre pidió a Dios fervientemente que me iluminara y ayudase. Estando en mi salón escolar un día, sentí el llamado de Dios. Sentí algo extraño. Yo era pequeño y mi madre creía que toda mi vida iba a ser un enfermo. Pero la fe me ayudó (antes tuve ideas antirreligiosas).
– El Pastor junta las manos como si estuviera hojeando el libro de su vida, y continúa:
– Comencé mi labor ayudando a jóvenes delincuentes, personas desajustadas, con ayuda de la Facultad de la Escuela. Prediqué la palabra de Dios y más tarde se fueron realizando milagros. Los jóvenes adictos a mis prédicas cambiaban su vida. Jóvenes entregados a los vicios, y hogares infelices, fueron felices por gracia de Dios.
– ¿Y sus estudios?
– Mientras predicaba seguía estudiando. (Jiménez tiene 26 años; nació en Puerto Rico.) En mis viajes a Estados Unidos, Canadá, México, islas del Caribe y Colombia, y ahora Venezuela, predico y estudio. Seguiré hacia Portugal, Italia e Inglaterra, por invitaciones que tengo desde 1952.
Jiménez dice que le llamaban el “Niño Prodigio”, pues a los 14 años ya era predicador.
Es el sexta de una familia de siete hijos. Cursó en las Escuelas Superiores y la Sociedad Cultural le dio el título de maestro en Filosofía. Lee continuamente, entre los antiguos, a Platón y a sus seguidores; entre los modernos filósofos, a Peale.
– Pero sobre todo, leo las Sagradas Escrituras.
– ¿Cómo efectúa usted las curaciones que se le atribuyen?
– Yo –repitió– no soy un curandero, ni un iluminado.
Y explicó que las curaciones de las personas que han ido a las prédicas del Nuevo Circo lo son por la fe puesta en Dios de parte de los enfermos o de sus familiares.
Hizo una diferenciación entre fe y sugestión. La fe es cosa del espíritu; la sugestión es cosa de la mente.
– Una mayoría de las personas que han revelado su curación aquí –añadió– son niños. ¿Podría yo hipnotizarlos? ¿Podría hacer esto con los miles de personas que han estado presentes aquí, en Colombia, en otros países? No –prosiguió–; porque para esto los hipnotizadores miran a los ojos a las personas. Luego son todos casos de fe, milagros de Dios.
Llenó otra vez el Nuevo Circo
A pesar de la lluvia, el Nuevo Circo volvió anoche a llenarse con miles de personas que esperaban la prédica del pastor. Las gradas, el redondel, los pasillos y puertas y hasta la calle estaban pletóricos de gente, lo que ha hecho a los organizadores solicitar en arriendo otro local, que posiblemente sea el Estadio Nacional, para las futuras predicaciones, que se prolongarán dos semanas más, según informaron.
Una mujer que sufría terriblemente, y a quien los tres médicos que la atendían habían dado dos meses de vida hace poco, dice haber sanado milagrosamente de sus dolencias una vez que oyó las prédicas del reverendo Jiménez Rivera en el Nuevo Circo.
Se trata de la señora Julio Herrera de Manzanares, con 23 años de padecimientos de eccemas que rodeaban toda su cara hasta sus brazos y el pecho.
– ¿Ustedes han venido? –dijo al recibirnos–. Mejor, ya que yo tenía pensado ir a ULTIMAS NOTICIAS, pues esto no debe quedar ignorado.
“Mi hijo está sorprendido con mi mejoría; y una sobrina dueña de una farmacia que me despachaba los calmantes (lo único que ya me mandaban los médicos), también. Yo estaba incognoscible. Mis ojos estaban hundidos por la hinchazón de mi rostro. Los dolores me desesperaban. Salía a la calle dispuesta a morir bajo un puente o de alguna manera, huyéndole a mis familiares.
“No crea que es cosa da propaganda religiosa. No conocía a esta gente; y una vecina que supo de mis males me llevó desde el 14 de junio. Es la fe en Dios lo que me ha curado.
– ¿Qué le hizo el hermano Jiménez para curarla? ¿Qué le dijo?
– Bueno, a mí no me ha hablado directamente; oí sus prédicas. Unicamente fui a testificar mi curación, que va paulatinamente pero en forma segura.
– ¿Qué sintió al comenzarse a curar?
– Sentí como un gran alivio. Los que me veían, aún hinchada, no deben crédito a lo que les decía, que me sentía completamente aliviada.
“Yo no respiraba si no me hacía cuatro lavados nasales al día. Ahora paso hasta cinco días sin hacerme uno y respiro perfectamente. Es obra de Dios. Y eso en un mes.
“Mire: tres médicos me veían, y finalmente dijeron a mi hijo que me preparará todo, porque yo no duraría ni dos meses. Pero aquí me ve usted.
(foto) Esta señora, Julia Herrera de Manzanares, quien sufría desde hace 23 años y había sido desahuciada por los médicos, dijo al reportero Gómez que estaba en franca curación de sus dolencias desde que comenzó a oír las prédicas de Pastor Jiménez Rivera. –Foto Blasco–.