CARACAS, julio de 1961 (Especial). –Desde hace varias semanas se adelanta una inteligente promoción encaminada a lograr que la gente acuda a la oración para encontrar fe, confianza, descanso del espíritu. Culminará con la gran concentración llamada “Cruzada del Rosario en Familia”, el próximo domingo en la tarde, en la Avenida Los Próceres, de Caracas. Se espera una concurrencia extraordinaria para ese acto.
También desde hace algunas semanas, aunque sin ninguna publicidad aparente, sectas de las llamadas “evangélicas”, vienen celebrando jornadas en el Nuevo Circo de Caracas, llenándose el viejo coso agustino con miles de personas que noche a noche acuden a oír la encendida palabra de sus “pastores”, quienes repiten que con la fe en Dios, se logrará más comprensión, más confianza, tranquilidad de espíritu. Hasta la salud, dicen, y varios casos parecen atestiguar que quien tiene fe en algo, con esa fe se salva.
En estas cosas del espíritu no somos los llamados a intentar una palabra de orientación para que las multitudes crean que aquello o esto es lo mejor. Es cuestión de ponerse a prueba. Es asunto de buscar la fe y encontraría. Sin ir más lejos, en los Cursos de Relaciones Humanas que dictamos permanentemente en Caracas y en Valencia, insistimos en que debe haber plena confianza en uno mismo, absoluta confianza en nuestra capacidad, en nuestras habilidades, para tener fe en algo –que cada quien llama como lo desee, según su educación, sus creencias, sus vocaciones– a fin de obtener el éxito que todos ansiamos. Al menos, la tranquilidad de espíritu que se desea, la seguridad de que nuestro paso por la vida es por lo menos útil a alguien– a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestro país, a nosotros mismos. Quien crea en el Catolicismo, que se abrace a su fe con verdadero amor. Si el participante es evangélico, que su fe en esa religión lo salve. Si es judío, igual. Cada quien tiene su creencia. Si se aferra a ella con verdadera fe, y con plena confianza en sí mismo, en su persona, el camino será menos duro. El trabajo a realizar será más feliz. Y es lo cierto, quienes esto hacen con voluntad e interés, obtienen buenos resultados.
No nos extraña entonces que las multitudes sigan confiadas a quienes le dirigen la palabra vehementemente, con pasión y sin ira, que por sí mismos demuestran confianza y fe en un Ser Supremo que algunos llaman Dios, otros Alá, aquellos Jehová, muchos Jesús y así tantas y tantas variaciones. ¿Qué persiguen otras religiones basadas en el Cristianismo con sus campañas y sus jornadas? Sólo que sus seguidores tengan fe. Fe completa en lo que se predica. Fe en algo que no está a nuestro alcance y que sin embargo puede ayudarnos a mejor llevar la vida.
Si entramos a una iglesia, especialmente en horas poco concurridas, el relativo silencio de aquel templo, la majestuosidad de sus columnas, altares y pinturas nos sobrecoge, nos hace meditar, nos tranquiliza y nos conduce a salir de allí con una mejor visión de la vida. Si subimos a una montaña y nos alejamos del ruido ciudadano, de sus problemas y de sus vicisitudes, regresamos con nuevas ideas, con la mente despejada, con más confianza, más tranquilos. Una visita detenida y parsimoniosa a un Museo, a cualquier lugar tranquilo, nos deparará la oportunidad de pensar, de profundo meditar y nos orientará para enfrentar más confiados los problemas del diario vivir.