El albañil Lorenzo Ramón Bolívar, de 57 años, quien sufría de parálisis por una lesión que le produjo hace dos décadas el derrumbe de una pared, comenzó a caminar perfectamente y sin ayuda de nadie después de escuchar el discurso de un predicador religioso.
Aseguran en el barrio donde vive que se trata de un milagro, pero Bolívar lo atribuye a una “inyección de fe” que recibió mientras oía los consejos del pastor.
–Me habló de que yo debía tener la seguridad de que me iba a curar. Cerré los ojos, me concentré en mis ruegos y sentí deseos de vivir nuevamente como los otros seres humanos. Al siguiente día abandoné la silla de ruedas y pude dar unos pasos con muletas. Unas horas más tarde ya caminaba como no lo hacía en 20 años.
A los problemas de sus pobreza vinieron a unirse los derivados de su imposibilidad para ganar dinero y darle un bocado de comida a sus cinco hijos.
–En realidad –agregó– yo me sentía muerto en vida.
–¿Como se llama el predicador?
— Eugenio Jiménez. Se reúne, de tarde y de noche en el Nuevo Circo y habla para todo el mundo. Un amigo que sufría del corazón –agregó Bolívar– dejó de sentir dolores en el costado después de escucharlo y me recomendó que fuera para una prueba. Le aseguro, señor periodista, que no es propaganda. Pura verdad.
La tarde de viernes 30 de junio estaba un poco nublada y presagios de lluvia asomaban por el Este. El señor Bolívar fue llevado al Nuevo Circo en su silla y atendió como hipnotizados todo lo que aquél sujeto decía.
–¿Usted cree en el hipnotismo?
–Yo sólo creo en el Santísimo Sacramento y en la Milagrosa.
–¿Qué le dijo el pastor Jiménez?
–Muchas cosas que me dieron la seguridad de que yo volvería caminar, pero nunca pensé que la curación llegara tan pronto. El primero de junio amanecí caminando y utilicé las muletas, pero el domingo ya me movía sin apoyo. Es posible que la ciencia me dé una explicación de lo que me ha sucedido.