Un Predicador Evangelista, natural del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, ha logrado plenar el Nuevo Circo de gente ansiosa de milagros. También en otras épocas, fogosos líderes de la política nacional lograron llenar las plazas de gente ansiosa de milagros. Pero está visto que más fácil es hacer caminar a un paralítico que a un político hacer el milagro de cumplir todo aquello que ofrece en su campaña electoral. Lo cierto es que la gente está muy asombrada y espera mucho de los poderes extraordinarios del Gran Predicador.
Junto con sus palabras, van cayendo sobre los rostros de los esperanzados que acuden a escucharle, las gotas de la lluvia. Y no se puede decir que ellos le oyen como quien oye llover, puesto que está lloviendo.
¿Qué significa esto?… No creemos que sea un iluminado… Nunca hemos estado del lado de los iluminados. Su presencia no es compatible con la época actual. Cuando nos detenemos ante un iluminado, estamos “retrotrayéndonos a etapas ya superadas”.
¿Son milagros? ¿Son cuentos? ¿Sugestión?… No lo sabemos. Los periódicos han hablado de paralíticos que hasta ayer jugaban bolas desde su silla de ruedas y que ahora las corren caminando, gracias a que escucharon la voz del joven Predicador. ¿Será verdad que ese hombre hace caminar?… ¿Será posible? ¿Por qué no?… Se han visto cosas increíbles en estos últimos tiempos: El aumento de la gasolina… ¿quién lo iba a creer?… Y ¿quién iba a creer en tamaños impuestos? ¿Y en las rebajas de sueldos?… ¿Y quién iba a creer que tendríamos Fiscalas para evitar que el alto costo de la vida subiera por ascensor y que, éste les subiría por la escalera?… ¿Y quién iba a creer en el alicate del Congreso?… Lo único que no hemos visto es caminar!… Y si pusiéramos a prueba los poderes extraordinarios del Gran Predicador del Nuevo Circo?… ¿Qué pasaría si le lleváramos en su silla de ruedas, a la pobre e inmóvil Señora Burocracia, esa gorda tragona que no camina ni deja caminar?… Verdad que ustedes, queridos lectores, piensan lo mismo que nosotros?… Que ahí sí es verdad que se le quiebra el serrucho al Gran Predicador… Que no camina, que no tiene remedio, que Doña Burocracia al final le cantará resignada: “Yo no camino más, caballero… Yo no camino más!?
Dicen también los Diarios que el Gran Predicador hace ver a los ciegos y hasta oír a los sordos. Y hay tantas cosas que queremos ver!… Y hay tantas cosas que queremos oír!…
H. M.